La paradoja de la sabiduría
Cómo la mente puede mejorar con la edad
Este es el título del libro escrito por Elkhonon Goldberg, investigador en neurociencia cognitiva, que describe cómo la mente puede mejorar con la edad. Existe la creencia que nuestras funciones mentales de deterioran sin remedio a medida que nos hacemos mayores. Sin embargo Goldberg señala en este libro que las investigaciones recientes indican que esto no es forzosamente de este modo. En las siguientes líneas compartimos algunas ideas expuestas en el libro.
Según Goldberg genio y la sabiduría son manifestaciones extremas de la mente humana. La sabiduría puede definirse como “la capacidad de conectar lo viejo con lo nuevo, de aplicar la experiencia previa a la solución de problemas nuevos”, mientras que el genio como “la capacidad de revelar y aprehender la novedad en su forma más pura”. La sabiduría es más serena, la genialidad puede ser desconcertante. Pensamos en Gandhi como un sabio y en Dalí como un genio. Sabios y genios no siempre han sido comprendidos o valorados en la época en que ellos vivieron. Goldberg se pregunta si ¿son diferentes del resto de nosotros los individuos tocados por el genio y la sabiduría? Señala que es improbable que muchos de nosotros alcancemos el genio o la sabiduría, la mayoría poseemos dos rasgos que se aproximan a ellos “pero a una escala más humilde”. Estos rasgos son el talento y la competencia los cuales define, en forma pragmática, como habilidades especiales. El talento es la habilidad “para crear, en la empresa que uno se proponga, contenido verdaderamente novedoso que se aparte radicalmente de lo ya creado” y la competencia es la habilidad “para reconocer las similitudes entre problemas aparentemente nuevos y problemas ya resueltos”. Si pensamos en curvas que describen un mismo rasgo cognitivo, genio y talento son dos puntos sobre una misma curva; sabiduría y competencia son dos puntos sobre otra curva. El genio sería el talento elevado al grado n, la sabiduría sería la competencia elevada al grado n. Dicho de otro modo talento y competencia serían, respectivamente, el genio y la sabiduría a escala humana.
El genio y el talento suelen asociarse con la juventud. La sabiduría y la competencia son premios de la vejez y aumentan con la edad. Pero, ¿cómo puede reconciliarse esto con la suposición común de que los poderes mentales decaen con el paso de los años? Goldberg destaca el reconocimiento de patrones, esto es “la capacidad del organismo para reconocer, en un objeto o problema nuevos un elemento de una clase ya familiar de objetos o problemas”. Se ha demostrado que el reconocimiento de patrones es uno de los principales mecanismos de resolución de problemas. A partir de las ideas introducidas por Vigotsky y Luria (este último amigo y mentor del autor), Goldberg señala que “el cerebro lleva impresos ciertos tipos de reconocimiento de patrones, pero no otros”. Lo que implica que el cerebro debe poseer cierta capacidad para almacenar información sobre una gran variedad de datos y reglas que se adquieren por medio del aprendizaje derivado de la experiencia personal o la cultura. La evolución ha permitido que las estructuras subcorticales lleven preimpresa la información correspondiente a la “sabiduría del filo” expresada por un conjunto de procesos del cerebro que se disparan en forma automática frente a ciertos estímulos o situaciones. Las regiones corticales más complejas tienen relativamente poco conocimiento impreso pero como contraparte tienen una “gran capacidad para procesar información de cualquier tipo, para afrontar de forma abierta y flexible cualquier imprevisto circunstancial que pueda sugerirle al organismo”. Lo anterior le lleva a la conclusión de que la evolución del cerebro va de “una transición gradual de un diseño preimpreso y rígido un diseño abierto y flexible” y como consecuencia que la organización de la corteza de asociación heteromodal (la más avanzada de las regiones de la corteza) “no se parece a una colcha de retazos en la que cada pequeña región está a cargo de una función propia y acotada” sino que “es altamente interactiva y distribuida”.
La sabiduría está íntimamente ligada a la memoria genérica. Esta, a su vez, está directamente relacionada con los patrones. La mayoría de los recuerdos se forman en la neocorteza (la parte más joven y sofisticada del cerebro). Algunos recuerdos requieren del apoyo de varias estructuras subcorticales otros no. Los recuerdos que requieren apoyo son muy vulnerables al deterioro. En cambio los recuerdos que solo dependen de la neocorteza son relativamente invulnerables y pueden resistir la agresión de la decadencia neurológica. La mayoría de estos recuerdos corresponden a la memoria genérica. Los recuerdos de eventos triviales y sin trascendencia se degradan muy rápidamente. Si bien la propensión a olvidar puede ser patológica (amnesia) y existen varias formas, olvidar es algo normal y beneficioso siempre y cuando se trate de información sin importancia. Para que un recuerdo llegue a estar firmemente codificado se requiere reactivar continuamente las redes neuronales críticas de la neocorteza. Estos procesos consisten en bucles de actividad bioeléctrica conocidos como de “reverberación” o “reentrada cíclica”. Cada vez que nos exponemos a la misma cosa o alguna parecida se da “nueva vida a los bucles de reverberación que sustentan la formación de un recuerdo sobre esa cosa” aumentando la probabilidad de que ese recuerdo forme parte de la memoria a largo plazo. Ya que la información más importante se suele evocar con mayor frecuencia, la frecuencia de uso se convierte en una forma de valorar su importancia.
Generalmente se accede a los recuerdos genéricos con mucha más frecuencia que a los recuerdos específicos. Las distintas experiencias activan redes neuronales distintas en el cerebro. Cuanto más cercanas y semejantes sean las experiencias, mayor será el grado de superposición entre las redes correspondientes y su núcleo común tendrá una mayor probabilidad de entrar en la memoria a largo plazo. La región de superposición corresponderá a las propiedades comunes de toda una clase de cosas o eventos. De este modo se traza, en el cerebro, la formación de recuerdos genéricos o recuerdos de patrones. Un patrón típico no solo contiene información acerca de las cosas que hemos experimentado sino de aquellas que podemos experimentar. De este modo el patrón nos ayudará a enfrentarnos a cualquier elemento de la clase que nos encontremos en el futuro porque nos informará inmediatamente de todas las propiedades esenciales de los elementos de la clase. Distinguir entre memoria específica (referida a cosas únicas) y memoria genérica (referida a las propiedades compartidas por clases de cosas) ayuda a entender el destino que siguen distintos tipos de conocimiento en el curso de enfermedades del cerebro. “Cuanto más genérico sea un patrón y cuanto mayor sea el conjunto de experiencias de cuya superposición éste haya emergido, más firme e invulnerable será ante los efectos del daño cerebral”. La capacidad de reconocimiento de patrones constituye un elemento muy importante de la sabiduría. Los patrones que nos permiten hallar soluciones rápidas a un amplio abanico de problemas son recuerdos genéricos y el arsenal de esos recuerdos genéricos se acumula con la edad. Tanto la sabiduría como la competencia se logran por medio de la acumulación de atractores que permiten el reconocimiento de patrones en situaciones importantes. Las personas que son brillantes y además han sido mentalmente activos durante la mayor parte de su vida cuentan con una resistencia adicional frente a los efectos del envejecimiento.
En el curso de nuestra vida todos acumulamos una cierta capacidad para el reconocimiento de patrones. Pero ¿qué ocurre si nos encontramos con alguna situación que no se amolda a ninguno de los patrones almacenados en el cerebro? Goldberg tomando en cuenta la dualidad de los hemisferios cerebrales plantea que el hemisferio derecho es el de la novedad mientras que el izquierdo es el de la familiaridad. El hemisferio derecho es el aventurero, el explorador de lo desconocido y el hemisferio izquierdo es el de reconocimiento de patrones que permiten afrontar las situaciones familiares mediante una rutina mental. “Un individuo enfrentado a una situación o problema verdaderamente nuevo lo acomete usando sobre todo el hemisferio derecho. Pero cuando se domina la situación, cuando se torna familiar, sale a la luz el papel dominante del hemisferio izquierdo”. Durante la juventud el hemisferio derecho juega un papel preponderante y durante la vejez este papel cambia hacia el hemisferio izquierdo. Este cambio de centro de gravedad cognitivo implica que a lo largo de la vida se usa cada vez más el hemisferio izquierdo y que esta tendencia se extiende hasta edades avanzadas. De aquí que durante el envejecimiento el hemisferio derecho se deteriore más rápidamente que el izquierdo. La pérdida neuronal se produce, entre otras, en la neocorteza que es donde se guardan los recuerdos genéricos que permiten el reconocimiento de patrones. La única explicación de cómo logramos resistir la pérdida neuronal sin perder conocimiento esencial acumulado con anterioridad es suponiendo que nuestros recuerdos, sobre todo los genéricos, se almacenan con un alto nivel de redundancia reflejada en la expansión de patrones. Hoy se sabe que constantemente y durante toda la vida, incluso cuando envejecemos, se desarrollan nuevas neuronas a partir de las células madre. El ejercicio cognitivo aumenta la tasa de aparición de nuevas neuronas en un gran número de estructuras cerebrales, entre ellas la corteza prefrontal especialmente importante en los procesos complejos de tomas de decisiones. Goldberg llega a la siguiente conclusión “el hemisferio izquierdo tiene una mayor capacidad para resistir los efectos del deterioro provocado por la edad porque, a medida que envejecemos, sigue siendo estimulado y fortalecido por las actividades cognitivas”.
Goldberg, E. (2007). La paradoja de la sabiduría. Crítica.
ISBN 978-84-08-12690-4